domingo, 5 de octubre de 2008

Poemas de Armando Uribe Arce

Ahí están los poemas para la prueba

A peor vida

Busco en vano la puerta: no hay umbrales

todo el suelo y lugar donde solía

jugar conmigo mismo a juegos tales

que no me atrevo a recordar hoy día.

Golpeo el suelo con el puño, fuerte

y se abre un hoyo cuyo nombre es muerte.

Críticas de miedo

Los muertos que fuimos ya se aburrieron

de estar muertos. No renacimos sino que nacimos

mal hechos unas furias, maltrechos y con caras

de ningunos amigos de nadie en absoluto.

En eso estamos. Nos barrieron

debajo de los pies con escobas de arbusto.

Luego después de lo cual nuevamente nos fuimos

a las regiones lóbregas desde donde apagamos

… las lámparas.

No comprendeís aún la vida,

¿como querríais comprender la muerte?

Empezad por la vida. Está compuesta de esta

incomprensión. La pregunta atrevida

no la perturba. (Desperécela y vierta

en su útero). Dormid con ella siesta.

Cuentan los hombres

Cuentan los hombres

que hace años hubo un crimen en el Paraíso:

algo así como un robo de manzanas.

Los culpables se enfermaron de la fruta mal habida

y fueron asistidos por los gusanos que moran en las manzanas

y la tierra fue de los gusanos.

Críticas a la vida social

¿Y qué fue del chileno

viril, culto, vernáculo,

señor de alguna tierra,

que sabe algo de leyes,

tranquilo? Se acabó, estará enterrado:

ya no corren los trenes,

las cortinas de fierro ya se cierran,

la ciudad y los campos son como cementerio.

Críticas a la vida sexual

Ciudades complicadas y secretas

y los terceros pisos en penumbra!

Libros de estampas japonesas,

Grabados en los muros, y abanicos,

Borlas de terciopelo y correas de seda,

Espejo grande oblicuo.

Amarrada a los pulsos, de los pies amarrada.

Sonrisa dolorosa con rouge color violeta.

Y la grupa es un grupo de amores que retozan

Con suaves movimientos de caballo las crines al aire del aliento.

Crimen de la virtud y delicia del vicio,

Anchas manchas violáceas, moretones

Dulcísimos, saliva como jugo

De agua marina, joyas en anillos

plateados, instrumentos de torturas

vehementes, el sol nos deja ciegos

con su relámpago y su rayo que desnuca.

Críticas a la vida política

La dictadura

no fue un error, tiene apellidos,

como colas de rata o lagartija,

y su elenco de honor para asesinos

los regocija todavía y dura

indefinidamente; no fue un malentendido

sino la voluntad de pasar una lija

de hierro por encima de los niños.

Cómo desapareces

Cómo desapareces, cómo no estás: te busco.

Mis manos desoladas te buscan, aire o fuego.

Mi corazón te busca debajo de las piedras

donde hay pájaros muertos, caracoles.

Tú sueñas, ay, tú duermes, tú conoces el día:

tú me dices adiós y adiós es ?nunca?.

Madura el trigo

Madura el trigo

pero las uvas están verdes.

No se hace pan sino se muele el trigo

y tú no serás tú si no te pierdes.

Uno más uno es más que uno más uno.

Cada oveja tontona se apareja.

Cada oveja entontece a su pareja.

Entre abismos no puede haber un itsmo.

Los ataúdes

I

/1/

Sic transit gloria mundi, y las miserias

también son transitorias -las frecuentes

desgracias y la muerte de las fuentes

que se secan -el pasto de las eras

se estraga -y en las ferias

de los vivientes danzan calaveras.

/2/

Los muertos sufren calambres, pruritos

y otros males. Nadie hay para atenderlos.

Están en el hotel deshabitado

que se llama Ataúd. Es un estado

sin parangón. Los acucian los hielos,

pero son insensibles y ríen con sus rictus.

/3/

Ex -hombre con caras de tiza

metidos en cajas que se abren

como los tarros de hojalata,

decid: cómo es ese otro mundo.

Es inmundo.

Propio para la rata.

Se sufren hambres.

No digáis más, que el corazón se triza.

/7/

(cfr. del griego)

“Aiai, aai”, siempre habremos de morir,

somos tan transitorios como las flores,

como los perros, e iremos a dar

a los montones excrementicios o a los hoyos

de donde no se sale aplastados por un dedo

pulgar. Así se cesa.

/12/

(cfr. carta de Gabriela Mistral a M. M.)

“No dudo de Dios, no: dudo de mí.”

“Un mundo que es una carroña fofa”

hizo de mí esta baja estofa,

esta calaña, esta ralea, y -

y lo que es peor, me gobernó el gusano.

No tengo un solo hueso sano.

“Fétidas de miseria” mis heridas

que ya no quiero llamar mías (miasmas)

/25/

De qué les sirve la poesía.

Ni siquiera la leen.

Creen que es mariposas

efímeras. Sentados en sus comités

arrellanados en sus fosas

cómodos cuidan sus hidropesías

[Cfr. Alte. Arancibia el 7 enero 2001.]

La poesía se mete en la boca

de los tontos, diciendo: “No tenemos

más destino”. Lo dijo el almirante

con vestidura de muerte o de loca.

Los poetas estamos en veremos

Esperando que se saque los guantes.

II

Los asesinos a la espera

de cuerpos del delito.

Ay, no tenemos más destino,

dicen, lavándose las manos

en sangre tinta negra.

Mientras los muertos retuercen sus manos.

III

Nunca se supo del destino

de los muertos botados bajo el signo

de la desolación al agua sucia

de mares, ríos, lagos, ductos

de alcantarillas inconclusas.

Manando seguirán los vestidos de luto.

La tarde es un amigo

La tarde es un amigo

Que no existe, una novia

A que seguir diciendo ?que no existe?

La moza está desnuda en la ventana

Soy yo quien no la mira

Y todo está llorando por verla o por oírla.

Elogio de la piedra

Oh tentación de hacerme agua en el agua

y desaparecer el agua en agua.

Volverme con los círculos, elogio

de la piedra que baja a la profunda

oscuridad, sin voz; volverme círculo

sin voz que bajo piedras se desliza.

El apagado mundo

El apagado mundo, el encendido

mundo, el eterno, el escarpado monte

que hay que subir a pie desnudo en roca

viva, sin escaleras, manto oscuro

de mineral compacto, piedra almohada,

el mundo amado, muro amargo

en torno a la espinosa nada a solas.

Divagaciones

La muerte despiadada no hace excepciones: uno

por uno nos recoge del suelo en que vagamos

como hormigones negros -cuando menos pensamos

pero en nada pensamos- cuando nos llega el turno

despiadada nos coge con sus pinzas de fierro

nos traslada al lugar de nuestro entierro.

La catástrofe el holocausto el fin

del mundo el cielo y el infierno

la loca el imbécil y el estafermo

bailando en honor del delfín

que me lleva en su lomo

y en la cabeza tengo un cono

con las letras: culpable

pues me prohíben que hable.

La baja estofa y la mala ralea,

los mentecatos, los canallas

y los mediocres sus primeros hermanos

por más que mucho se laven las manos

y alcen como abanicos sus agallas,

muy mal olor que no se orea.

Siniestra sordidez, abre tus alas de paraguas,

agítate murcielago peludo,

calvo, panzón, desnudo,

rondan la cama mariposas vagas.

Este, que fue mi amigo ya no lo es.

Siniestra sordidez

de todo lo que me rodea,

todos sonriendo y portando una tea.

Los zorros y los lobos tienen sus madrigueras

pero el hijo del hombre los hijos de los hombres

¿dónde reposan dónde descabezan

sus sueños? Pesadillas. ¡Y que troten

las caballerías de los degüellos!

Que se abra el lacre de los sellos.

“No comen, ni tienen excrementos mayores:

aunque es opinión que les crecen las uñas,

las barbas y los cabellos”.

¡Encantados cadáveres! Amores

sepultados ahora son pezuñas

que se mezclan con vellos.

Después de muerto

Después de muerto, hierbas, y después

alguien pisa las hierbas y en el cielo

azul cantan los pájaros gozosos

Cuentan los hombres

Cuentan los hombres

que hace años hubo un crimen en el Paraíso:

algo así como un robo de manzanas.

Los culpables se enfermaron de la fruta mal habida

y fueron asistidos por los gusanos que moran en las manzanas

y la tierra fue de los gusanos.

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